Nuestra Historia

Los orígenes de nuestra parroquía y su comunidad

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4/4/2025

Nuestra historia comienza con una semilla de fe que cruzó el Atlántico y echó raíces en tierra argentina. En 1899, los primeros Canónigos Regulares de San Juan de Letrán llegaron desde Oñati, un pintoresco pueblo vasco de Guipúzcoa, con la firme misión de anunciar el Evangelio y formar corazones. En medio de un contexto desafiante y hostil hacia la Iglesia, dieron vida al Colegio Belgrano en Salta, que pronto se convirtió en un faro de formación y valores cristianos.

Ya afianzados en Salta, los Canónigos sintieron el llamado de extender su misión y mirar hacia Buenos Aires. Era 1919, un tiempo convulsionado, pero también lleno de esperanza. En el corazón del barrio de Balvanera, entre inmigrantes de todas partes del mundo, alquilaron una casa en la calle Anchorena, donde comenzaron a ofrecer su acompañamiento pastoral. La pequeña capillita dedicada al Señor de la Salud fue el humilde inicio de una gran obra que creció con el amor y la entrega de sus sacerdotes.

Con la ayuda de almas generosas, pronto se trasladaron a la calle Gallo y luego, finalmente, encontraron su hogar definitivo en Avenida Córdoba 3329. Allí comenzaron a forjar, con esfuerzo y fe, una verdadera comunidad bajo el amparo de Nuestra Señora del Valle.

La devoción a Nuestra Señora del Valle, traída con especial afecto desde Catamarca, se convirtió en el corazón espiritual de la parroquia. Bajo su manto, se fortalecieron la fraternidad y la esperanza, especialmente en tiempos difíciles como las guerras mundiales, las crisis económicas y los momentos de tensión social.

Durante décadas, nuestros sacerdotes fueron guías y amigos, compartiendo la vida cotidiana del barrio, consolando en el dolor, celebrando la alegría y anunciando siempre la Buena Noticia. La comunidad se sostuvo con esfuerzo, creatividad y sobre todo con una fe viva, encarnada en acciones concretas como la creación de Cáritas, el acompañamiento a los enfermos y la animación espiritual de niños, jóvenes y familias.

La construcción templo actual

A lo largo de los años, nuestra comunidad parroquial ha sido testigo de grandes anhelos y desafíos. Uno de los sueños más profundos fue, sin duda, el de construir un nuevo templo digno de nuestra Madre del Valle. Ese anhelo comenzó a tomar fuerza hacia fines de la década del 40, cuando los canónigos, junto a toda la comunidad, iniciaron campañas solidarias para reunir los fondos necesarios. Desde la campaña del “Metro Cubierto” hasta la emotiva “Campaña de los Ladrillos”, cada ladrillo, cada metro, llevaba consigo la ofrenda generosa de familias, jóvenes, asociaciones y vecinos comprometidos.

Fueron años de esfuerzo incansable, marcados por las dificultades económicas y también por tiempos sociales difíciles, en los que incluso nuestros sacerdotes debieron vestirse de civil para protegerse. Pero el amor por la Virgen del Valle y el compromiso con la comunidad pudieron más.

Festivales, rifas, donaciones y la colaboración constante de laicos y sacerdotes fueron dando forma, lentamente, a la casa que tanto soñábamos. En 1963, el barrio comenzó a ver alzarse la estructura del nuevo templo sobre la Avenida Córdoba. Y aunque todavía faltaba mucho por hacer, la esperanza se sentía en el aire.

Finalmente, en 1964, durante las fiestas patronales, la imagen de Nuestra Señora del Valle fue revestida con un manto enviado desde la Basílica de Catamarca, como símbolo del amor compartido entre comunidades hermanas. Ese gesto fue un verdadero regalo del cielo, un lazo de ternura que sellaba años de sacrificio y fe.

Cada rincón de nuestro templo habla del esfuerzo de aquellos que nos precedieron, de su generosidad y de su fe inquebrantable. Su legado vive entre nosotros y nos impulsa a seguir construyendo comunidad, guiados siempre por María, la Madre del Valle.

Hoy, al mirar hacia atrás, sentimos gratitud profunda por tantos hombres y mujeres que hicieron posible esta historia de fe. Y también miramos hacia adelante, con el corazón encendido por el mismo espíritu que animó a nuestros fundadores: servir, acompañar, anunciar a Jesús y seguir caminando juntos como familia de Dios bajo el amparo de Nuestra Madre del Valle.

Con nuestros actuales sacerdotes, el Padre Santiago Tabarcache y el Padre Diego Vilca, y el entusiasmo de una comunidad que está nuevamente creciendo, estamos retomando el sendero original que nos trajo hasta aquí.

Y ese mismo espíritu nos impulsa hoy a renovar nuestra casa. Con alegría, anunciamos que hemos comenzado un nuevo proyecto de remodelación del templo, que incluirá la renovación del altar y de las imágenes sagradas. Será un espacio más bello, digno y acogedor, pensado para fortalecer nuestro encuentro con Dios y con los hermanos. Esta obra es un nuevo capítulo en la historia viva de nuestra parroquia. No solo una historia del pasado. Es presente y futuro.

Es, y seguirá siendo, Nuestra historia...

En 1928, la capilla fue erigida como parroquia. Aquellos años fueron de gran actividad: los Canónigos se dedicaron con pasión a la predicación, a la música litúrgica, al acompañamiento de religiosas y al consuelo de los más necesitados. En este caminar, el Padre Ignacio Beobide, llegado de Azpeitia, fue figura clave: con su carisma y dedicación inquebrantable, animó comunidades, formó asociaciones, impulsó obras de caridad y dejó una huella imborrable en generaciones enteras.